Amazonia, por Doris Naffah

Yara

...mi emoción crecía como la maleza en el monte; fuerte, tupida, invadiendo todos los resquicios de mi alma. Di mil vueltas por la ciudad y finalmente encontré al hombre. Vivía en una pequeña casa amarilla con techo de tejas rojas y un porche amplio desde donde se podían ver las montañas...